Hace 50 años atrás nos hubiera resultado impensable estar en constante comunicación a través de algo tan pequeño como un celular, y mucho menos que la domótica sea un elemento común en nuestros hogares, así cómo también una nueva generación de autos que no necesitan de combustible fósiles sino que son eléctricos. En los últimos años, el mundo tecnológico creció a pasos agigantados modificando nuestras vidas constantemente y, en consecuencia, creando un nuevo tipo de niñez y juventud.

Más de una vez nos hemos asombrado por cómo los niños y jóvenes manejan computadoras, celulares y tablets, aprendiendo a usarlos casi de la misma forma en la que aprendemos a hablar e interrelacionarnos con el medio, por observación y curiosidad.

En veinte o treinta años más, nuestros hijos vivirán en un mundo en el que los productos tecnológicos estarán presentes en todos los aspectos y al alcance de todos, entonces, ¿por qué no darles las herramientas necesarias para que puedan moverse con soltura y confianza en esa futura realidad? Ellos deberán estar capacitados para darles órdenes a los distintos dispositivos que tengan a su alcance y lo harán de distintas maneras. 

Que un niño o joven aprenda a programar no significa necesariamente que deba ser un ingeniero en sistemas, sino que le brindará un plus diferencial que le permitirá desenvolverse adecuadamente en la actividad que elija.

Ahora bien, ¿cuáles son las principales ventajas de que los niños y jóvenes aprendan al programar?

  • Trabajo en equipo: compartir pensamientos, colaborar con el otro y crear nuevos proyectos los inspira a ampliar sus horizontes, así como también contribuye a la sociabilización y a la aceptación de las ideas de los demás. 

Comunicación deberá saber defender su proyecto frente a un compañero y también aceptar y escuchar sus sugerencias.

  • Creatividad y curiosidad: descubrir cómo funcionan distintos elementos despierta la curiosidad y el interés por crear cosas nuevas, ejercitando de esta manera la imaginación y convirtiéndolo en protagonista. 
  • Confianza en uno mismo: a medida que se aprende a programar, se pueden realizar proyectos cada vez más complejos, lo que le permite aumentar su autoestima y seguridad en sus capacidades. 
  • Paciencia y perseverancia: dos virtudes que serán imprescindibles para saber sobreponerse a los primeros momentos en los que los proyectos de programación no funcionen. 
  • Crecimiento sin límites: se obtienen nuevas habilidades experimentando a base de pruebas y errores. De esta manera, se despierta en ellos las ganas de innovar, de pensar por sí mismos y emprender proyectos propios según sus intereses.

La programación hace que los niños y jóvenes amplíen aún más sus horizontes, convirtiéndolos en grandes creadores en un mundo que está en constante cambio y evolución, brindándoles las herramientas necesarias para hacer hasta lo inimaginable.

¿Alguna vez conversó estos temas con su hijo/a? Hoy es necesario incorporar nuevos saberes en la formación de los estudiantes.

Debemos educar concientizando en el aprendizaje continuo (life long learning) ya que hoy más que nunca los cambios tecnológicos los obligarán a ir adaptándose a ellos y deben estar preparados. 

Ing. Fernando Grigera

Director 

www.clubdelcodigo.com 

www.digicampus.com.ar